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Las enseñanzas de los niños durante la pandemia

Las enseñanzas de los niños durante la pandemia

El reconocido periodista Jorge Ramos narra su convivencia con Carlota, hija de su pareja con la que vive en Nueva York. Menciona que la generación de Carlota “está mucho mejor preparada que la nuestra para enfrentar meses de encierro. Ellos se habían entrenado, sin proponérselo, para el distanciamiento social. Desde pequeños se comunican entre sí con aparatos que nunca existieron en mi infancia. Así que cuando les dijimos que no podían salir de casa, lo único que hicieron fue entrar en modo virtual”.

En esta contingencia, “Carlota ha recreado y acomodado su antiguo mundo en su recámara: sus juegos, sus amigos, su música y hasta su salón de clases. Cuando nos descuidamos, tiene tres pantallas prendidas: el televisor (generalmente con una película o una serie), su celular con una o dos amigas en FaceTime y su iPad, donde ha creado una nueva geografía digital que yo no podría navegar”.

Carlota tiene nuevos miedos. Sus tranquilas y predecibles noches, que incluían siempre 20 minutos de lectura, han dado paso a horarios casi de adolescente. Ruidos que antes pasaban desapercibidos ahora la despiertan. Ella enfrenta sus recientes temores con un muñeco de peluche distinto cada noche. Se sabe de memoria los nombres de cada uno y el lugar donde lo adquirió. El ritual para elegirlo es digno de un programa de reality, con ganadores y perdedores.

Como familia nos hemos impuesto horas fijas de comida, sin aparatos electrónicos, y tratamos de no hablar de enfermedades cuando está presente. Pero contestamos sus preguntas y no evitamos el tema. El virus nos persigue —en las manijas de las puertas, en los paquetes que no dejan de llegar, en las conversaciones telefónicas, en las nuevas reglas— y nos quita el sueño a todos.

Criados por la pandemia. ¿Cómo será la generación de nuestros hijos?

La “generación que se viene”, y que la pandemia por coronavirus podría dejarnos, estaría mucho más orientada hacia el adentro que hacia el afuera. Esto significa que la socialización podría potenciarse en la tecnología desde el hogar.
El cambio de hábitos y organización que se puede especular desde la sociología toma de base las conductas históricas repetidas de las sociedades durante las pandemias. No se trata de una novela de Orwell, Huxley o Bradbury. Según el sociólogo y politólogo Atilio Borón, los niños y preadolescentes cada vez sufren menos la cuarentena y adoptan de a poco una manera de socializar más mediada por la tecnología y orientada, en un principio, a adaptarse en estos tiempos de distancias obligatorias.

“De las grandes crisis de la humanidad siempre surgen nuevos desarrollos -explica Borón-. Se trata de nuevas formas de pensar, organizarse, y llevar adelante la actividad económica”.

La profesora de historia Patricia Lasca evalúa la situación actual y lo que se viene: “Creo que estamos viviendo una crisis sin precedentes en la historia, que nadie sabe a ciencia cierta cuándo y de qué modo terminará. Es muy pronto para decir cómo serán las futuras generaciones porque aún estamos siendo actores y, al mismo tiempo espectadores de algo que todavía está sucediendo”.

Agrega que “el carácter de las nuevas generaciones dependerá, en gran parte, no sólo de la evolución de esta pandemia, de su duración y consecuencias, sino también de la manera en que se enfrenten los grandes desafíos de este siglo; como el cambio climático, la biotecnología y los nuevos empleos”.

El impacto de las herramientas digitales durante la pandemia

En un análisis sobre el impacto de la pandemia al sistema educativo mexicano y al uso de la tecnología, Germán Álvarez Mendiola, jefe del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav del Instituto Politécnico Nacional (IPN), señaló que la emergencia sanitaria tomó por sorpresa a la educación y su respuesta fue improvisada, basadas en cosas que sabía hacer, pero con carencias en la capacidad de enseñar y aprender, así como con problemas de tipo económico-administrativo.

Un problema es la desigualdad socioeconómica, que se expresa en el acceso a la tecnología, porque datos de 2017 indican que cuatro de cada 10 estudiantes contaban con al menos una computadora y en la misma proporción tres con internet; además, se comparte con otros familiares. Solo tienen servicio educativo quienes cuentan con acceso a la tecnología, eso cambia cuando se usa la televisión abierta, pero muchos hogares no cuentan con ella.

Durante la pandemia ha predominado la idea de salvar el año, el programa y garantizar el currículo oficial, contenido en los libros de texto, con su distribución mediante nuevas tecnologías; se supuso que sería sencillo suplir la falta de escuelas actividades mediadas por internet, televisión o radio, como un traslado de la escuela hacia la casa, con prácticas educativas muy parecidas a las que se realizan en las aulas.

La pandemia brindó una oportunidad que no se aprovechó: estudiar para comprender los fenómenos de la vida, ser capaces de actuar sobre ellos y cuidarse a sí mismos. El Covid-19 implica temas biológicos, médicos, sociológicos, políticos, culturales y económicos que podrían haberse introducido para que niños, jóvenes y adultos, comprendieran creativamente.

“Se requiere una pedagogía solidaria que ponga en el centro el desarrollo de individuos críticos y propositivos ante las circunstancias de sus entornos, lo que podría haber fortalecido una visión de formar ciudadanos capaces de incidir en su propia realidad social y económica, para contribuir a los cambios que se requieren en el país”, explicó Álvarez Mendiola.